lunes, 10 de octubre de 2016

Arte Popular Del Ecuador

Arte popular es un concepto de gran antigüedad, que se utiliza con muy distintos criterios (estético, social, político, ideológico, etc.) por todo tipo de bibliografía, incluidas la del mercado de arte y la historiografía del arte, la estética, la teoría del arte y la sociología del arte.1
Su opuesto sería el arte elitista. En ambos casos, la ambigüedad de la expresión parte de una doble posibilidad: es un arte realizado "para" el pueblo (o la élite) o "por" el pueblo (o la élite).2
En la interpretación materialista de la historia del arte (Arnold Hauser)3 el arte de las clases dirigentes, prestigioso, es objeto de imitación y se difunde de arriba hacia abajo por la sociedad con mayor o menor fidelidad al modelo y mayores o menores adiciones de elementos "populares" originales; así ocurriría también del centro a la periferia con elementos "locales" o "indígenas" (el polémico concepto de "arte provincial" -arte provincial romano-).4
En la sociedad contemporánea, el arte popularizado5 o "arte mayoritario"6 se define por oposición al "arte minoritario"7 como el arte de fácil comprensión (incluso de "fácil digestión"), que no exige una compleja decodificación. El "arte de éxito", "de gran público" o "de gran audiencia", "arte comercial" (los best sellero "literatura popular", la "música comercial" o "música popular" frente a la denominada "música culta") o "arte comercializado" por el mercado de arte (elmainstream frente al que se rebela el denominado "arte independiente" -muy a menudo para ser a su vez asimilado, como ocurre con la etiqueta indie-), es el propio de la sociedad de consumo de masas (arte de masascultura de masas,arte de consumo), y se expresa en la reproducción industrializada de objetos artísticos y su difusión por los medios de comunicación de masas.
Esa partarte contemporáneo: criticada amargamente por John Ruskin y William Morris (en la Inglaterra de mediados del siglo XIX, convertida en "el taller del mundo") y asumida conscientemente por elpop art de Andy Warhol (en Estados Unidos, la superpotencia de la segunda mitad del siglo XX). Más que un valor artístico, las producciones de este "arte popular" eran y son calificados de "subcultura", como un "antivalor", "antiarte", "pseudovalor" o "pseudoarte"
.8icular forma de entender el concepto de arte popular fue de muy opuesta valoración por distintos movimientos artísticos del 





Las artes populares en el Ecuador abarcan un amplio espectro que va desde lo artístico-artesanal hasta la pintura, el teatro, la danza, la literatura oral y escrita, etc. Todos los grupos étnicos, comunidades y familias ecuatorianas, tienen al menos una habilidad artística. Son tejedores, músicos, ebanistas, escultores, alfareros, copleros, decimeros, talladores, picapedreros, dancistas, etc, cuya obra no es presentada en grandes galerías o teatros nacionales sino preferentemente en las numerosas fiestas populares del Ecuador, cumpliendo así el objetivo del artista popular: dar a conocer su obra y a su comunidad, además de impulsar el turismo nacional y de otras latitudes.
El arte popular se remonta a los tiempos remotos de nuestra prehistoria, a culturas de hombres y mujeres diestros en el hilado y el tejido, el modelado del barro, la fundición del oro, la plata, el cobre, el platino tal el caso de culturas como Valdivia, Machalilla, Chorrera, Panzaleo, entre otras.
El arte popular ecuatoriano es la muestra fehaciente de nuestra diversidad y pluriculturalidad, pues costeños, serranos, amazónicos, galapagueños, afroecuatorianos, indígenas, cholos y mestizos tenemos un pasado y una historia común que enriquece nuestro acervo cultural.
El arte popular en el Ecuador no ha estado alejado de la lucha de clases, pues al considerárselo arte de menor categoría ha resistido y ha luchado por sobrevivir a pesar de los cultores de la llamada alta cultura.
El arte popular ha sido transmitido de generación en generación, lo que ha posibilitado que se lo adquiera vía experiencia, con la práctica, con el quehacer cotidiano, además de refinar una sensibilidad instintiva que lo torna único y original y desde el carácter de anónimo, pues el artista popular se debe a su comunidad y deja de lado la individualidad. El arte popular no es un arte puro por excelencia por cuanto no ha escapado a los fenómenos históricos de aculturación y transculturación.
El arte popular se lo debe estudiar no solo desde la estética y las limitaciones del crítico de arte sino también desde los puntos de vista psicológico, antropológico, sociológico, económico y político, así podremos acercarnos a la forma de sentir, pensar y actuar del artista popular, así como a su manera de percibir y recrear la realidad.
Una de las características del arte y el artista popular no es la búsqueda de la fama, aunque sí le interesa el reconocimiento, la comercialización de lo que produce y vivir dignamente de su obra, la cual nos remite a nuestras profundas raíces que sobreviven, sobrevirirán y trascenderán en el tiempo.








Según Josefina Tejada: “El artista popular realiza su obra para satisfacer una íntima necesidad de acuerdo a su vida, tanto material como social y espiritual, mientras que el artista culto, erudito, de conocimiento sistemático o metódico, trata de que su obra tenga trascendencia individual en relación a las corrientes universales del arte”. Pero el arte popular, a pesar de ser local o regional puede también llegar a ser universal, tal como lo demuestra la pintura naif de la comunidad de Tigua en la provincia de Cotopaxi, reconocida ya mundialmente.
“Si no podemos ser una potencia militar y económica, sí podernos ser, en cambio, una potencia cultural nutrida de nuestras más ricas tradiciones”, decía Benjamín Carrión, fundador de la Casa de la Cultura Ecuatoriana. Es de esperar que las políticas culturales que se contemplan en la nueva Carta magna del país recuperen a la Casa de la Cultura Ecuatoriana para que por fin se la transforme en la Casa de las Culturas, cumpliendo con el carácter pluricultural del nuevo Ecuador y para que el arte popular abarque también esos espacios cooptados por la cultura burguesa de frac.
“Ecuador es un país pluricultural” no debe ser sólo un articulado que conste en la nueva Constitución. Los llamados a hacerlo efectivo deben ser los artistas populares” aquellos que se residteb a dejar su taller, que con materiales y utensilios caseros tratan de persuadir a la belleza.



El arte y la cultura popular de Ecuador poseen una larga tradición. Quito fue un importante centro artístico durante la colonia y los artesanos ecuatorianos aún producen réplicas de las obras maestras de la escuela quiteña. Algunas comunidades indígenas y mestizas se han especializado en diferentes tipos de artesanías: maderas talladas en San Antonio, artículos de cuero en Cotacachi, mantas de lana en Otavalo, alfombras en Guano y sombreros de paja toquilla en Montecristi y cerca de Cuenca.
La música folclórica es muy variada e incluye el yumbo y el sanjuanito andinos, el pasillo en la costa y muchos otros ritmos locales de la población indígena y de origen africano. El interés por el folclor nacional en las regiones urbanas ha impulsado la creación de compañías de danza folclórica en varias ciudades. La música contemporánea recibe mucha influencia de la cumbia colombiana y de la salsa caribeña, y las orquestas ecuatorianas componen sus propias versiones con temas locales.
Probablemente la figura más representativa del arte moderno ecuatoriano es el pintor Oswaldo Guayasamín. Su obra ha recibido atención a nivel internacional a través de su tratamiento de la problemática social del país.
La novela indigenista de Jorge Icaza titulada Huasipungo, que relata los problemas de los indígenas andinos en una sociedad latifundista, también ha atraído reconocimiento internacional para la literatura ecuatoriana.
En años más recientes muchos novelistas notables han sido originarios de la costa: los más conocidos son Luis Martínez, Demetrio Aguilera MaltaJoaquín Gallegos Lara, Enrique Gil Gilbert, Alfredo Pareja Diezcanseco y José de la Cuadra. La ciudad de Cuenca es famosa por sus poetas que incluyen a Jorge Carrera Andrade y César Dávila Andrade.


  
Los avances de la Antropología Cultural han contribuido a "democratizar" el término cultura, antes accesible a minorías privilegiadas que podían incursionar en las altas esferas del saber. En el mundo académico surgieron intereses -inicialmente con timidez- por el conocimiento y análisis de muchísimas actividades del ser humano que antes eran ignoradas o consideradas indignas de tener algún espacio en las torres de marfil de la sabiduría. En nuestros días la comprensión cabal de los pueblos solo es posible si es que se toman en cuenta las ideas, creencias y realizaciones de toda la colectividad, no importa la categoría social en la que se ubique a sus integrantes. Términos como barbarie, rusticidad, ignorancia, superstición han perdido terreno ya que sus connotaciones peyorativas dependían de la jerarquización de valores que habían configurado los grupos elitistas que controlan los poderes económico, político y religioso. En 1975 la Organización de Estados Americanos crea el Centro Interamericano de Artesanías y Artes Populares (CIDAP) con el propósito de fomentar la investigación, el conocimiento, la revalorización y la difusión de estas importantes áreas de la cultura popular. Asume la organización y dirección técnica de esta naciente institución el Antropólogo mexicano Daniel F. Rubín de la Borbolla quien, desde hace varios años había dedicado su esfuerzo y talento superior a este campo en su país y en América Latina. El Ecuador, y dentro de este país la ciudad de Cuenca, fueron escogidos como sede del CIDAP. El Dr. Rubín de la Borbolla me invitó a colaborar con él, lo que acepté gustoso ya que la problemática que debía hacer frente este centro se acoplaba muy bien a mi formación de antropólogo. 



El universo de la cultura popular, las artesanías y el arte es casi ilimitado por lo que he intentado hacer una selección de los temas que abordo, en parte por que los considero de especial importancia, en parte porque cuento con datos e información provenientes de trabajos que sobre este universo había realizado en el pasado. Necio sería pretender que este libro agote la temática. La complejidad y complicación del concepto cultura conspira permanentemente para dar lugar a confusiones en la comprensión y valoración de los quehaceres humanos. He creído conveniente iniciar esta obra con un análisis del mismo, partiendo de un enfoque antropológico, con la esperanza de contribuir a que los lectores superen, aunque sea en parte, esta confusión, y a que se interprete con la mayor corrección posible lo que a continuación escribo. La complicación del concepto cultura se acrecienta si se añade el término popular, ya de por sí impreciso. Puesto que el enfoque de este libro es precisamente cultura popular dedico otra parte de la obra a este problema. Ni la cultura popular, ni su alternativa para cuya designación he tomado el término elitista, forman compartimentos estancos aislados el uno del otro; al contrario, en la vida real se interrelacionan influyéndose mutuamente. Si en el pasado la cultura elitista, dentro del mundo académico, pretendió explicar de alguna manera la realidad ignorando a lo popular, se cometería un error similar si es que se intenta avanzar en la comprensión del ser humano como ente colectivo prescindiendo de esta dualidad fuerte y estrechamente relacionada. La tercera parte del libro aborda este tema.